Covid-19, Manos no Lavadas y el Sionismo


Verdadera pureza. Manos no lavadas

8. Entonces algunos escribas y fariseos provenientes de Jerusalén se acercaron a Jesús, y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos violan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos cuando toman los alimentos”.

Jesús les respondió: “¿Por qué violáis vosotros el mandamiento de Dios, para seguir vuestra tradición? Porque Dios estableció este mandamiento: Honrad a vuestro padre y a vuestra madre; y este otro: El que maldiga a su padre o a su madre sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Todo aquello con que pueda ayudarte es ofrenda que hago a Dios y satisface a la ley’; ese no tendrá que honrar ni asistir a su padre o a su madre. De ese modo habéis hecho vano el mandamiento de Dios, por vuestra tradición.

”Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me honran, pues enseñan doctrinas y mandamientos de hombres.”

Después, habiendo convocado al pueblo, les dijo: “Oíd y comprended bien esto: No es lo que entra en la boca lo que ensucia al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que ensucia al hombre. Lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre; porque del corazón salen los pensamientos malos, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias y la maledicencia. Esas son las cosas que vuelven impuro al hombre. En cambio, comer sin haberse lavado las manos, no es eso lo que lo hace impuro”.

Entonces se aproximaron a Él sus discípulos y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se han escandalizado, cuando oyeron lo que acabas de decir?”. Pero Él respondió: “Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será arrancada. Dejadlos, son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el pozo”. (San Mateo, 15:1 a 20.)

9. Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuese a comer a su casa. Y habiendo entrado, Jesús se sentó a la mesa. Entonces el fariseo comenzó a decirse a sí mismo: “¿Por qué Él no se lavó las manos antes de comer?” Y el Señor le dijo: “Vosotros, fariseos, tenéis mucho cuidado en limpiar el exterior del vaso y del plato; pero el interior de vuestros corazones está lleno de rapiña y de maldad ¡Qué insensatos sois! Aquel que hizo lo que está por fuera, ¿no hizo también lo que está por dentro?”. (San Lucas, 11: 37 a 40.)

10. Los judíos habían descuidado los verdaderos mandamientos de Dios, para observar la práctica de los reglamentos establecidos por los hombres, y habían hecho del riguroso cumplimiento de esos reglamentos una cuestión de conciencia. El fondo, muy sencillo, había finalmente desaparecido bajo la complicación de la forma. Como era más fácil respetar los actos exteriores que reformarse moralmente, es decir, lavarse las manos que limpiarse el corazón, los hombres se engañaron a sí mismos, y se consideraron dispensados por Dios porque se ajustaban a esas prácticas, mientras seguían siendo tal como eran, pues se les había enseñado que Dios no exigía más que eso. Por esa razón el profeta dijo: En vano ese pueblo me honra con los labios, pues enseñan doctrinas y mandamientos de hombres.

Lo mismo sucedió con la doctrina moral de Cristo, que terminó relegada a un segundo plano, lo que condujo a que muchos cristianos, a ejemplo de los antiguos judíos, consideraran que su salvación estaba más asegurada mediante las prácticas exteriores que a través de las de la moral. Jesús alude a esos agregados que los hombres hicieron a la ley de Dios, cuando dice: Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será arrancada.

El objetivo de la religión es conducir al hombre hacia Dios. Ahora bien, el hombre sólo llega a Dios cuando alcanza la perfección. Por consiguiente, la religión que no hace al hombre mejor, no consigue su objetivo. Aquella religión en la cual alguien considere que puede apoyarse para hacer el mal, es falsa o ha sido falseada en sus principios. Tal es el resultado de todas las religiones en que la forma supera al fondo. La creencia en la eficacia de los signos exteriores es nula si no impide que se cometan asesinatos, adulterios y robos, que se calumnie, que se haga daño al prójimo, de cualquier modo que sea. Esas religiones crean supersticiosos, hipócritas o fanáticos; pero no hombres de bien. No basta, pues, tener la apariencia de la pureza; ante todo es preciso tener la pureza del corazón.




Extracto del libro "El Evangelio segun el Espiritismo" de Allan Kardec
Capítulo VIII - BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Incremento en las hotlines de suicidios en un 600% debido a la cuarentena.

FIN A LA CENSURA DIRIGIDA POR EL GOBIERNO