Parentesco corporal y parentesco espiritual

8. Los lazos de la sangre no establecen necesariamente los lazos entre los
espíritus. El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu, porque
éste existía antes de la formación del cuerpo; el padre no es el que crea el espíritu de su
hijo, pues no hace más que darle una envoltura corporal; pero debe procurar su
desarrollo intelectual y moral para hacerlo progresar.
Los espíritus que se encarnan en una misma familia, sobre todo entre próximos
parientes, muchas veces son espíritus simpáticos unidos por relaciones anteriores, que se manifiestan por su afecto durante la vida terrestre; pero puede suceder también que estos espíritus sean completamente extraños unos de otros, divididos por antipatías igualmente anteriores, y que igualmente se traducen por su antagonismo en la tierra para servirles de prueba. Los verdaderos lazos de la familia no son, pues, los de la consanguinidad, sino los de la
simpatía y de la comunión de pensamientos que unen a los espíritus "antes, durante y
después" de su encarnación. De donde se sigue que dos seres de padres diferentes,
pueden ser más hermanos por el espíritu que si lo fueran por la sangre; pueden atraerse,
buscarse, gozar juntos, mientras que dos hermanos consanguíneos pueden recházarse,
como se ve todos los días; problema moral que sólo el Espiritismo podía resolver por la
pluralidad de las existencias. (ver Cap. IV, nº 13 )
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO
CAPÍTULO XIV

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